Siempre queda algo de aquello que nos enamoró de un mueble…
Cuando nos desprendemos de ellos, sin haber llegado al final de su vida útil, es una auténtica lástima. En Francisco Segarra adoramos estas piezas antiguas, capaces de aportar sabia nueva y hacer de un espacio, un lugar más cercano.
Coleccionar está en nuestro instinto. Un tocador, una trona, un chibalete… en sus marcas de desgaste vemos auténticos signos de vida y en su belleza, la belleza del espacio.
Una colección es una pasión de por vida. Ilusión y paciencia. Ver crecer la nuestra es tan gratificante que nos nace un irrefrenable deseo de ampliarla, más y más, y eso que es un auténtico catálogo de piezas inusuales y extraordinarias. ¡Únicas!